Estado donde se manifiesta una vida rica, radiante de misericordia y sabiduría.
La clave de la felicidad absoluta yace en el propio corazón.
La iluminación significa revelar un estado de vida enérgico, puro e inquebrantable. Manifestar el estado de Buda en la vida cotidiana presente.
Generalmente en Japón, la palabra “iluminación (jobutsu)” tiende a captar un sentido de sermón distante de la vida real y cotidiana. Es decir, se ha propagado profundamente entre el pueblo japonés la vieja idea de que morir es en sí mismo la iluminación u obtener el estado de Buda. Pero tal idea desfigura el sentido original de la palabra iluminación y constituye un factor negativo al impedir el entendimiento del profundo significado del propio Budismo.
Este término, se escribe jobutsu en japonés. “Butsu”, significa “Buda” y quiere decir “persona que descubrió la verdad absoluta o alcanzó la Ley Fundamental que traspasa el universo y la vida”. Esta persona, o sea un Buda, es aquel que manifiesta el estado vital de la dicha firme que no es derrumbado por nada y por nadie. Aunque no se puede expresar el aspecto integral con palabras, es el estado ideal donde se obtiene la misericordia y la sabiduría, una vida rica, pura y llena de buena fortuna.
Ésta no se podrá lograr luego de la muerte, además, será mucho más deseable concretarla en la actualidad, antes de ser un cuerpo inanimado. Naturalmente uno que ha construido tal estado de vida, también mostrará la figura propia de un Buda al concluir su vida; y por ende, será razonable denominarlo “estado de iluminación”. Sin embargo, sería imposible que un mortal común que vive vacilando como si estuviera andando por un camino a tientas en una noche oscura, transforme su estado actual por el de Buda descubriendo la verdad absoluta de un día para el otro, como nos referimos al comienzo, luego de la muerte. Por eso se entenderá que la teoría de que la muerte en sí sea la “iluminación” es una mera consolación. Por decirlo así, es una especie de consolación a los difuntos. No es necesario que se niegue la elegancia característica de los japoneses que se ve en ese temperamento tradicional; pero no será una razón para aclarar el sentido original de esta palabra.
Al considerar la acepción de “iluminación”, no nos debemos olvidar que el budismo es originalmente una religión expuesta para que un ser humano pueda vivir mejor en esta existencia. ¿Cómo podremos conducir a la gente que vive vacilando por las penas y los sufrimientos hacia un estado vital de felicidad sólida? ¡Desde este punto es de donde partió el budismo!
Esta doctrina ofrece a todo ser humano, que está viviendo en el mundo real, la luz de la filosofía y la práctica para establecer esta dicha. Es decir, el budismo es una filosofía de vida que aclara la verdad de que todas las personas, sin excepción, tienen en su propia vida la energía para vencer cualquier desgracia. A esta energía, que constituye una fuente para derrotar todas las desgracias y establecer la felicidad absoluta, se la llama “Budeidad”, o “naturaleza del Buda”.
La Budeidad se encuentra en cualquier persona sin excepción, y precisamente es la misma primera semilla que hizo que todos los Budas de las diez direcciones y tres existencias llegasen al estado de iluminación. Por lo tanto, aunque sea una expresión difícil, el budismo enseña que reconocer esa semilla original también es “lograr la iluminación”.
La palabra japonesa “jobutsu”, literalmente significa “lograr ser un Buda”. Por eso, esta palabra tiende a dar una impresión de que el estado vital de Buda se halla muy lejos y que hay que acercarse allí. Sin embargo, ya sabemos bien que la posibilidad de la iluminación existe en nuestro interior. Por eso la iluminación no es otra cosa que revelar esa posibilidad inherente que poseemos en el interior. Por lo tanto la acepción verdadera de iluminación es manifestar la Budeidad.
Se podría decir que la grandeza de la filosofía budista existe en encontrar la causa original de la felicidad en la vida propia. Si pensamos que la clave de la dicha está lejos de uno mismo, solemos mirar hacia el exterior, cada vez más hacia afuera y si tardamos en conseguirla, nuestra mirada tenderá a transformarse en una mirada de rencor, pudiendo caer en una forma de vida irresponsable y fea echándole la culpa de nuestras desgracias y de las de todo el mundo a otra persona o a otros factores.
Uno no puede establecer una manera de vida fuerte, fresca y sin rencor a nadie, hasta que se entera de que la clave de la felicidad se halla en sí mismo. Entonces, ¿qué práctica se requiere para que uno pueda revelar el estado vital de Buda? El Daishonin enseña que hay que realizar un intercambio de vida con un “estado de Buda ya manifestado”. Por ello, inscribe el Dai- Gohonzon transfiriendo toda su esencia, “su estado de Buda”, e indica que si uno invoca Nam-myoho-renge-kyo con fe en el Gohonzon, la Budeidad, que duerme en nuestra propia vida, despertará rompiendo el caparazón de ese estado de vida bajo que poseemos como mortales comunes y entonces se revelará la naturaleza de Buda fuerte y pura.
Este estado de Buda no es solamente algo parcial como conseguir riquezas materiales o estabilidad espiritual, sino un sentimiento lleno de vitalidad enriquecedora de la vida. Es así, que podremos soportar cualquier tempestad, disfrutar de todo, y desarrollar una vida enérgica.
La clave de la felicidad absoluta yace en el propio corazón.
La iluminación significa revelar un estado de vida enérgico, puro e inquebrantable. Manifestar el estado de Buda en la vida cotidiana presente.
Generalmente en Japón, la palabra “iluminación (jobutsu)” tiende a captar un sentido de sermón distante de la vida real y cotidiana. Es decir, se ha propagado profundamente entre el pueblo japonés la vieja idea de que morir es en sí mismo la iluminación u obtener el estado de Buda. Pero tal idea desfigura el sentido original de la palabra iluminación y constituye un factor negativo al impedir el entendimiento del profundo significado del propio Budismo.
Este término, se escribe jobutsu en japonés. “Butsu”, significa “Buda” y quiere decir “persona que descubrió la verdad absoluta o alcanzó la Ley Fundamental que traspasa el universo y la vida”. Esta persona, o sea un Buda, es aquel que manifiesta el estado vital de la dicha firme que no es derrumbado por nada y por nadie. Aunque no se puede expresar el aspecto integral con palabras, es el estado ideal donde se obtiene la misericordia y la sabiduría, una vida rica, pura y llena de buena fortuna.
Ésta no se podrá lograr luego de la muerte, además, será mucho más deseable concretarla en la actualidad, antes de ser un cuerpo inanimado. Naturalmente uno que ha construido tal estado de vida, también mostrará la figura propia de un Buda al concluir su vida; y por ende, será razonable denominarlo “estado de iluminación”. Sin embargo, sería imposible que un mortal común que vive vacilando como si estuviera andando por un camino a tientas en una noche oscura, transforme su estado actual por el de Buda descubriendo la verdad absoluta de un día para el otro, como nos referimos al comienzo, luego de la muerte. Por eso se entenderá que la teoría de que la muerte en sí sea la “iluminación” es una mera consolación. Por decirlo así, es una especie de consolación a los difuntos. No es necesario que se niegue la elegancia característica de los japoneses que se ve en ese temperamento tradicional; pero no será una razón para aclarar el sentido original de esta palabra.
Al considerar la acepción de “iluminación”, no nos debemos olvidar que el budismo es originalmente una religión expuesta para que un ser humano pueda vivir mejor en esta existencia. ¿Cómo podremos conducir a la gente que vive vacilando por las penas y los sufrimientos hacia un estado vital de felicidad sólida? ¡Desde este punto es de donde partió el budismo!
Esta doctrina ofrece a todo ser humano, que está viviendo en el mundo real, la luz de la filosofía y la práctica para establecer esta dicha. Es decir, el budismo es una filosofía de vida que aclara la verdad de que todas las personas, sin excepción, tienen en su propia vida la energía para vencer cualquier desgracia. A esta energía, que constituye una fuente para derrotar todas las desgracias y establecer la felicidad absoluta, se la llama “Budeidad”, o “naturaleza del Buda”.
La Budeidad se encuentra en cualquier persona sin excepción, y precisamente es la misma primera semilla que hizo que todos los Budas de las diez direcciones y tres existencias llegasen al estado de iluminación. Por lo tanto, aunque sea una expresión difícil, el budismo enseña que reconocer esa semilla original también es “lograr la iluminación”.
La palabra japonesa “jobutsu”, literalmente significa “lograr ser un Buda”. Por eso, esta palabra tiende a dar una impresión de que el estado vital de Buda se halla muy lejos y que hay que acercarse allí. Sin embargo, ya sabemos bien que la posibilidad de la iluminación existe en nuestro interior. Por eso la iluminación no es otra cosa que revelar esa posibilidad inherente que poseemos en el interior. Por lo tanto la acepción verdadera de iluminación es manifestar la Budeidad.
Se podría decir que la grandeza de la filosofía budista existe en encontrar la causa original de la felicidad en la vida propia. Si pensamos que la clave de la dicha está lejos de uno mismo, solemos mirar hacia el exterior, cada vez más hacia afuera y si tardamos en conseguirla, nuestra mirada tenderá a transformarse en una mirada de rencor, pudiendo caer en una forma de vida irresponsable y fea echándole la culpa de nuestras desgracias y de las de todo el mundo a otra persona o a otros factores.
Uno no puede establecer una manera de vida fuerte, fresca y sin rencor a nadie, hasta que se entera de que la clave de la felicidad se halla en sí mismo. Entonces, ¿qué práctica se requiere para que uno pueda revelar el estado vital de Buda? El Daishonin enseña que hay que realizar un intercambio de vida con un “estado de Buda ya manifestado”. Por ello, inscribe el Dai- Gohonzon transfiriendo toda su esencia, “su estado de Buda”, e indica que si uno invoca Nam-myoho-renge-kyo con fe en el Gohonzon, la Budeidad, que duerme en nuestra propia vida, despertará rompiendo el caparazón de ese estado de vida bajo que poseemos como mortales comunes y entonces se revelará la naturaleza de Buda fuerte y pura.
Este estado de Buda no es solamente algo parcial como conseguir riquezas materiales o estabilidad espiritual, sino un sentimiento lleno de vitalidad enriquecedora de la vida. Es así, que podremos soportar cualquier tempestad, disfrutar de todo, y desarrollar una vida enérgica.
1 comentario:
Querida maga, hace años una querida amiga a la que no veo desde entonces me enseñó este mantra y aunque nunca he sabido bien su significada ha hábido épocas en las que lo he repetido. Gracias por recordarmelo.
Un abrazao
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