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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


sábado, 16 de enero de 2010

Desvelos

Fotografía: Carina Felice

"Yo no soy el cuerpo, no soy mis emociones, no soy mis pensamientos. Soy el testigo que lo observa todo, y nada de ello es la realidad".

José Saramago escribió un libro titulado “Ensayo sobre la ceguera” que, si bien, está catalogado como un libro de ficción, creo que no difiere mucho de la realidad.
Cuando uno no ve es porque le falta luz y yo sospecho que la humanidad padece una epidemia de ceguera muy particular. Es como si la mayoría de las personas fueran errantes y a ciegas, a pesar de que en el cielo brille un sol espléndido, porque su propia vida está cubierta por oscuras nubes que no dejan pasar la claridad. Seres cuyos ojos están cubiertos por un suave velo de ignorancia.
Los velos son las ilusiones, es decir, lo que a mí me gustaría que fuera que, lamentablemente, muchas veces dista mucho de lo que es o de lo que podría ser.
Pero no hay que confundir ilusión con sueños… no. Son dos cosas completamente diferentes. Los sueños podrían compararse a los deseos y estos son el motor que nos va empujando hacia adelante. Pero, entre éstos y las posibilidades reales de concretarlos, es en donde aparecen las ilusiones. Capas y capas de velos que nos impiden ver las cosas tal y como son.
Creemos saber la verdad, creemos verla, afirmamos, sentenciamos y en base a ello, actuamos y, apoyados en nuestra ignorancia, avanzamos inexorablemente hacia el abismo del infierno.
Dice Daisaku Ikeda: “La mayoría de las personas no se cuestionan si la esencia de sus creencias son buenas o malas y ahí mismo está la raíz de la infelicidad”. Cada uno de nosotros poseemos nuestros propios velos, nuestras propias ilusiones. A veces llegamos a ser conscientes de ellos pero, por costumbre, por tendencias difíciles de erradicar, no queremos verlos. Y, a su vez, es a través de esos mismos velos que miramos a los demás y la diferencia es tan grande como ver un paisaje alumbrado por la luz de la luna y el mismo paisaje iluminado por la luz del sol.
Pero si somos capaces de cuestionarnos, si somos capaces de creer que es posible que exista otra realidad que no es a la que estamos acostumbrados, la que nos enseñaron, la que aprendimos, puede que, con las preguntas, vayamos quitando uno a uno, los velos que no nos dejan ver las cosas tal cual son. Y puede, también, que, de tanto buscar las respuestas, un día nos despertemos y digamos “eureka”, pero si esto era así ¿cómo no lo había visto antes?
No lo había visto antes porque no quería, porque cuestionar el suelo que estamos pisando, aunque éste esté a punto de derrumbarse, da miedo. Da miedo porque, como no sabemos, pensamos que debajo de ese suelo puede que no haya nada, que no exista otro. Sí, también se puede pensar que, tal vez, exista otro y sea mejor, pero… ¿y si no lo es? Y comenzamos a construir excusas para esconder el temor y tapar la ignorancia. Y, como dice Alan Watts: “Se puede ir construyendo algo cada vez más alto, pero pronto olvidaremos donde empezamos, para a continuación ver que, en realidad, siempre estamos en el mismo sitio; siempre esperando algo, siempre pensando que será la próxima vez. Esto es, claro está, una ilusión eterna”… Y agrega: “Somos seres que existen bajo condiciones de ilusión, que imaginan controlar su propio destino, que piensan que son capaces de mejorarse, y en virtud de dicha ilusión se destruyen rápidamente de una forma interesante. Supongamos que eso es lo que somos, pero todavía estamos en la cuestión de que gastamos una enorme cantidad de energía en hacer cosas que no pueden hacerse. Si lo encuentran frustrante, si realmente no les gusta, no tienen que hacerlo; pueden parar. Resulta una interesante paradoja el que cuando paramos de hacer lo que no puede hacerse, nos sentimos más felices y con más energía.”
¡Y es verdad! Cuando paramos de hacer lo que no puede hacerse y que nos empeñábamos en hacer que sucediera, nos sentimos mas libres y empezamos a tomar conciencia de que las causas esenciales de nuestros problemas radican en nuestra propia vida, dentro de nosotros. Y eso nos libera, porque podemos aliviar nosotros mismos nuestros sufrimientos, asumiendo la total responsabilidad sobre ellos. Porque cuando uno descubre que, de esta manera, puede decidir sobre su propio destino, es cuando encuentra la tan ansiada luz al final del túnel que es la que le va a permitir ver a través del velo de la ilusión.
Uno mismo lo sabe, uno mismo puede reconocer sus propios velos o buscar a alguien para que no lo deje dormirse en el sueño de la ilusión.
En este caso, a mi me desvelaste tú…

Publicado por la Loba en http://lobaygallo.blogspot.com/ el 15/01/10


2 comentarios:

jdiana dijo...

Me gusta mucho el cambio que le has dado al blog y por supuesto me sigue encantando leerte... tus palabras san sabias y reconfortantes.
un abrazo

Gabriela Collado dijo...

Gracias Diana! Cada tanto viene bien una lavadita de cara no??? De paso te invito a que visites el otro blog que escribo en colaboración http://lobaygallo.blogspot.com/ Te va a gustar!
Te esperamos!
Un abrazo

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