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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


martes, 28 de diciembre de 2010

Viajero


De tanto buscar por tus rincones
encontré, al fin, un hueco
por el cual te permites al asomo
sigiloso, sutil, casi ni sé cómo...

...abriste una rendija que escondías
tras un muro de melancolía
como un rayo se abre a un cielo plomo
como gato que se deja acariciar el lomo

Pero sé de tu andar desconfiado
que quiere llegar de un viaje que no empieza
que aún se guarda para sí detrás de un velo
y que, aún queriendo mirar, tiene recelo.

Viajero, empieza con un paso tu andadura
yo no apuro tu paso, sólo espero.
Puedes encontrarme a un palmo de tu lente
o elegir seguir viajando eternamente.


sábado, 25 de diciembre de 2010

Aldabón que no llama al amor


El triste amor que no llama hoy a mi puerta
no llamará mañana lo sé,
porque he quitado 
toda campana, todo timbre y aldabón
para no oírlo llegar.
Para no correr a abrirle, una vez más, 
las puertas de esta casa 
que es el templo en que me escondo
a lamerme las heridas del último que llamó 
y fue atendido
como si no fuera a irse jamás.
Pero ahora no está aquí, se ha ido.
O tal vez yo misma lo haya echado,
¿qué más da?
No hay amor contenido en esta casa,
no hay amor esperado, ni perdido
porque, seguramente, no haya habido amor hallado,
sólo espejismos frente a los que me he desnudado
cegada por un reflejo que nunca ha existido.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Sin rotro ni rastro


Por haberte borrado de mi vida
de un plumazo sutil pero certero,
por haberme ahogado de cariño
y dejar que ganara la agonía,
el dolor, la impotencia, el egoísmo.
Por descubrir que lo que espero no lo quiero,
que no soy yo cuando al amor me rindo,
que no doy tiempo para que haya un antes
porque vivo atorada en los después.
Los después que son las nadas del todo
aquello que podía ser sin haber sido.
Porque los amores, aquellos que imagino
no me dejan dolor, no hay amargura,
no hay tiempo ni lugar para la hartura.
Y, aunque es cierto que vacíos de pasión,
no me hacen volar como en tus brazos,
no alojan en sí mismos frustración.
Porque las historias de amor sin rostro,
amor, tampoco dejan rastro...

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿El precio justo?


Este verano, paseando por Roma, vi algo que me sorprendió. Caminábamos por Vía Condotti, una de las calles más famosas de la Ciudad Eterna, no sólo porque alberga lugares históricos como el Antico Caffé Greco que reunió en sus mesas a personajes célebres como Stendhal, Goethe, Byron, Keats y Listz, entre otros, sino también porque es un centro de compras de moda de grandes marcas de diseño; cuando en una de sus tiendas que hace esquina veo un mundo de gente haciendo una larga fila. Mi asombro fue aún mayor al ver que se trataba de la tienda de Louis Vuitton. No me hubiera sorprendido de haberse tratado de Zara o H&M, pero la diferencia en precios es bastante significativa y las personas que tienen acceso a sus productos, reducidas y selectas.
Evidentemente estaban lanzando algún tipo de oferta, cosa que no me quedé a corroborar. Pero lo que sí hice fue echar un vistazo a los productos expuestos en la vitrina. Lo más económico que vi fue una billetera por €600 y lo primero que pensé fue "ojalá tuviera esa cantidad para meter dentro de la billetera, no para comprarla". También había relojes por €1.400 y... basta... no quise ver más, no me hacía falta para imaginarme el resto.
Lo que yo me pregunto, al ver esas cantidades, es si la gente de dinero que se gasta eso en un reloj o en una cartera, en realidad sabe lo que está pagando. Y digo "lo que está pagando", no "lo que está comprando". Eso sí lo sabe. Está comprando un reloj, por ejemplo. Pero ¿qué está pagando? Obviamente me dirán que está pagando un nombre, en este caso Louis Vuitton. Pero ¿qué hizo de especial el señor Louis para que le paguen tanto por sus productos? ¿De qué material están hechos? ¿Quiénes los hacen? ¿Cuánto cobran por su trabajo? Etc., etc., etc.

Recuerdo una serie de videos que circularon hace un tiempo por You Tube, y que yo misma posteé en este blog, que se llamaban "La verdadera historia de las cosas". Allí explicaban, de forma muy didáctica, toda la trayectoria de un producto, desde el conseguir la materia prima para hacerlo, hasta que llegaba a las manos del consumidor. Era un largo viaje que involucraba muchos aspectos sociales, económicos y hasta ecológicos. Y por ese largo viaje uno acababa pagando, por ejemplo, por una radio, U$D 1,67 y, entonces, uno se preguntaba ¿cómo puedo pagar tan poco por algo que ha involucrado el trabajo de tanta gente? Este sería, así, el caso opuesto del que hablaba al comienzo.

Sinceramente nunca me gustaron las marcas, nunca me gustó tener que pagar por un producto más de lo que yo creo que vale. También depende de que producto se trate, cuánto me vaya a durar, para qué es, etc., etc., etc. Pero nunca me sentí cómoda teniendo que pagar por llevar un nombre enorme en el culo de mis vaqueros que ni siquiera era el mío!!!

Sé que la gente que paga cantidades desorbitantes por un producto común y corriente que lleva un nombre lo hace por pertenecer. Ya lo dice la publicidad de Visa “pertenecer tiene sus privilegios”, pero ¿por pertenecer a qué? ¿En qué me diferencio yo del resto de las personas por eso? Quiero decir, ¿es en eso en lo que quiero diferenciarme?

No entiendo de economía ¿vale? Sólo soy una consumidora de a pie que intenta, a veces, tener sentido común y yo creo que las cosas deberían tener un precio justo. Justo para todos. Para el que lo hace y para el que lo compra.
Y de lo que estoy prácticamente convencida es que la responsabilidad es de todos al momento de comprar.

Al final, salimos de Via Condotti y nos fuimos al mercadillo que estaba junto al Castel Sant´Angelo y allí me compré un bolso de Tous por € 12.
Todavía estoy preguntándome si hice lo correcto.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Si fueses Bastian Baltasar Bux, de “La Historia Interminable” de Michael Ende: ¿Cómo reconstruirías el Reino de Fantasía?

Esa película me fascinó y quise ser Bastian Bux! Bueno, creo que todos tenemos un Bastian Bux dentro, un niño que sueña con la posibilidad de reconstruir un mundo feliz.
Creo que el único modo de recontruir el Reino de Fantasía con el que todos soñamos es eliminando el miedo de los corazones humanos.

Busquemos la respuesta a...

Si fueses el “Don Quijote” de Miguel de Cervantes: ¿Qué libros te volverían loco?

Seda de Alessandro Baricco. Todos los de Angeles Mastretta y los de los poetas de la generación del ´40 de Argentina.

Busquemos la respuesta a...

Recomendación 2.0

@Followea: Recomendación 03/12/10:
"La recomendación de hoy de la comunidad @Followea es: Pasión por sus seguidores. Cuatro palabras para definir a @MagaViajera. Mimando tweet a tweeta sus colegas 2.0, @MagaViajera consigue acercarnos al humor, al respeto y a la reflexión. Y en esta última, la reflexión, centra muchos de sus regalos de 140 caracteres.
Frases cortas que nos harán pensar durante unos segundos.
No hemos encontrado mejor forma de terminar esta recomendación de @MagaViajera que citando uno de sus tweets: "Una puerta se cierra, pero se abren diez. La clave está en atreverse a cruzar alguna."
¿Te atreves a cruzar la puerta de @MagaViajera?

Si ya le conoces y estás de acuerdo con esta recomendación, por favor retwitea este post o el tweet que menciona a @MagaViajera..."

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Puente a ninguna parte


Cuando estamos dispuestos a trascender los obstáculos tendemos puentes que, cuando los cruzamos por primera vez, nos llevan a lugares en donde nunca antes habíamos estado.
Una mirada es un puente que se nos tiende para adentrarnos en esa otra orilla desconocida que es "el otro".
Y tambien hay puentes que nos señalan el camino de regreso al lugar del que vinimos.
Está claro que nadie nos obliga a atravesar esos puentes la primera vez. Somos curiosos, queremos saber qué es lo que hay fuera de nuestra orilla.
Y tan curiosos somos que, a veces, vemos puentes en donde no los hay y nos empeñamos en cruzarlos para darnos de bruces contra el peñasco.
Las guerras, de cualquier índole, destruyen puentes, de cualquier índole también. Pero, afortunadamente siempre hay alguien empeñado en reconstruirlo.
Pero un puente no se contruye de la noche a la mañana. Ninguno, diría, si debe soportar tiempo y tempestades. 
Hay puentes de hierro y de piedra, de miradas, de palabras, de solidaridad. Pero el peor puente de todos, es el puente a ninguna parte. Es el más largo de todos. Y tiene que serlo, porque su secreto estriba en que no veas su final.
Pero ¿cómo saber si uno se está adentrando en uno de esos que no llevan a ningún lado?
Bueno, yo creo que hay que haber cruzado muchos puentes durante toda la vida para poder distinguir la fortaleza de cada uno e, incluso, el destino final. Pero, sobre todo, tener muy claro qué tipo de obstáculo sortea cada uno.
Cuando te das cuenta que estás en medio de un puente que no te lleva a ninguna parte, porque finge ser puente cuando su misión es llevarte a un abismo de nada, tienes dos opciones: desandar el camino, pensando solamente en que vas a salvarte del abismo o...
Toda decisión siempre es nuestra y sólo nuestra. Cruzar o no cruzar. Andar o desandar... Cuando desandar, muchas veces es para seguir avanzando.
Pero nuestra responsabilidad es la de tender puentes fuertes y seguros para que los demás se atrevan a cruzar a nuestro lado.



Nota I: Mi abuelo materno se dedicó a recontruir los puentes que la Guerra Civil Española derrumbaba. Él se llamaba Gabriel de la Puente Guerra. ¿Curioso, no? No tenemos la menor idea de cómo nos puede marcar un nombre. Pero eso lo dejo para otro post, que éste se lo dedico a él. 

Nota II: El puente de la fotografía es un puente que no va a ninguna parte pero marca el centro del río Yalu, que separa la ciudad fronteriza norcoreana de Siniuju de Dandong, en China.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Lista de propósitos para el nuevo año.

Imagen cedida por @adsampieri

Estaba pensando en preparar mi lista de propósitos para el nuevo año que se avecina y, revisando las de años anteriores me he dado cuenta lo mucho que me cuesta cumplir, aún con los propósitos que me pongo de un día para el otro.
Son varias las cosas que suceden con estas listas que se suelen hacer cada año. Una es que, las preparamos con tanta antelación, que luego olvidamos dónde la hemos puesto y, como ya está hecha, nos da mucha fatiga hacerla otra vez. Además, imagina que la vuelves a hacer y luego encuentras la que ya habías hecho y te das cuenta de que, si bien uno o dos pueden coincidir, los propósitos no son los mismos. Porque, claro, todo depende del humor que tengas el día en que decides hacerla. 
Por ejemplo, te pones a hacer la lista cuando te acaban de despedir del trabajo pero resulta que, a su vez, estás iniciando una relación romántica que está en su punto más álgido y, a todo esto, aún queda un mes para que empiece el año próximo y pongas en marcha los objetivos que te has propuesto. Entonces pasa apenas una semana y, resulta, que esa relación maravillosa se fue al garete de un día para el otro sin entender muy bien por qué, pero el hecho es que lo que estaba ya no está. Y la verdad es que no sería muy agradable coger la lista el 1 de enero y encontrarte en ella con el nombre de un fulano que de sólo leerlo se te ponen los pelos de punta. ¡No! ¡Vaya forma de empezar el año! En el interín encuentras un trabajo. ¡Al menos eso! Que no están las cosas como para que este tipo de milagros ocurran tan subrepticiamente y, precisamente por eso, tu objetivo de encontrar un trabajo, y ¡ni hablar de que te guste!, se transforma en "Santa Rita, Santa Rita, que me quede como estoy..." 
Y llegados a este punto ¿para qué hacer una lista si lo único que quiero es quedarme como estoy por las dudas de que lo que venga sea todavía peor?
La otra cosa que sucede es cuando el 31 de diciembre coges la lista del año que se acaba con la feliz intención de tachar todo lo que has podido cumplir y... ¡Ohhh!!! De diez objetivos que tenías sólo has podido tachar dos (y con suerte) que eran "Conocer a alguien" (aunque luego te preguntes para qué cuernos habías deseado eso, porque no te olvides que te acaba de dejar) y "Cambiar de casa" (otra cosa que no entiendes para qué carajo pediste, porque se te cumplió, sí, cambiaste tu casa por la de tus padres porque resulta que ya no podías pagar el alquiler de la tuya).
En definitiva, que si vamos a hacer una lista de própositos para el próximo año tendremos que tener en cuenta varias cosas como, ser más realistas y, en lo posible, más concretos con lo que deseamos, porque claro si vamos a volver a escribir eso de "conocer a alguien" cabría añadir "...que se quede y que me guste" por lo menos.
Anotarse objetivos que podamos cumplir a más corto plazo y no esos que vas copiando automáticamente de una lista a otra según van pasando los años y que luego se convierte en la piedra en el zapato que, cada año, te recuerda cosas como "no haces nada", "eres incapaz".
Ya sabes, hay que tener cuidado con lo que se desea, no te olvides que estás viviendo con tus padres otra vez pero, sobre todo con cómo se desea.
Este año intenta, al menos, hacer una lista que no te deprima cuando la leas detro de 12 meses.
A veces he llegado a pensar que uno hace estas listas para poner en ellas lo que NO va a hacer. Claro, es como si una vez apuntado ya está ¡que se haga sólo que yo ya lo escribí!
Mira que no es lo mismo hacer una lista de objetivos que una lista de ilusiones. Éstas últimas son las que les escribíamos a los Reyes Magos y a Papá Noel cuando éramos pequeños. Así y todo creo que éramos más realistas entonces ahora. Pero ¿te has olvidado que los reyes Magos y Papá Noel no existen? ¿O es que nunca te traían lo que pedías y por eso insistes en hacer listas imposibles para no perder la costumbre?
Ahora el Mago eres tú así que hazte un favor, ponte metas que sepas que podrás alcanzar y durante los próximos 12 meses ¡Mueve el culo!


domingo, 21 de noviembre de 2010

Un Microrrelato de Gabriela Collado: Miedo

Un Microrrelato de Gabriela Collado: Miedo

Los persiguieron, los buscaron, crearon centros para investigarlos.
Hicieron que el pueblo les temiera.
Los escondieron, los negaron.
Se creyeron superiores, pero en el fondo, ellos también les temían.
Y nunca se dieron cuenta de que los extraterrestres eran ellos.



martes, 9 de noviembre de 2010

Cuerpo Mente Espiritu

Os presento mi nuevo espacio desde donde mi don está a vuestro servicio.

¡Deseo que os guste!!!!
http://terapiasparalavida.blogspot.com/

TERAPIAS PARA LA VIDA 
Porque todo es UNO y porque todo cambio, toda sanación, empieza de adentro hacia afuera. 
Vivir desde el espíritu es expandir tu vida. La vida es nueva cada día y no depende de lo que suceda alrededor, sino de lo que hagas dentro de tí.




martes, 17 de agosto de 2010

La muerte del día...



¿Qué tiene el atardecer que despierta a la nostalgia?
Es la hora en que sube la fiebre, es la muerte del día, la hora en que despierta la ansiedad, se agudizan las depresiones, la hora en la que algo dentro de nosotros también muere. Muere todo lo que no hemos hecho, aquello que no hemos vivido, lo que no podemos cambiar. Mueren los sueños que no soñamos, los que aún no hicimos realidad.
Es la unión de dos mundos, el de la luz y el de la oscuridad, la hora en que la luz va dando lugar a lo oculto.
El sol y la luna. Lo que se ve a la luz de la luna, lo que se siente, se oculta tras un velo.
Hay una balanza. De un lado la máscara de la comedia, del otro, la de la tragedia ¿qué es lo que hace que, a esa hora, se incline hacia un lado o hacia el otro? Puede ser un día más, o un día menos, un día de sumas, o de restas.
Porque es, también la hora en la que uno se prepara para los festines nocturnas. Es también la hora de las euforias. Es la hora que te eleva o te deprime… La hora en que aparecen los fantasmas, o al menos esa en la que comienzan a hacerse más visibles…
El ocaso nos recuerda el tiempo que pasa, las pocas horas que nos restan para hacer lo que no hemos hecho y nos dice que ya no podemos hacerlo. La tarde es cuando se hace tarde. Se hace tarde para vivir lo no vivido, para soñar lo soñado, para añorar lo perdido, para desear lo no obtenido, para cambiar lo no cambiado. Es la hora en que las lágrimas sólo pueden llorar para matar lo no matado.
La hora en que los amantes se ocultan para amarse y los dolientes salen a llorar sus penas, a ahogarlas en el río de la desesperación o en copas que parecen de alegría pero traen consigo el somnífero contra la soledad, la de dentro, la que es difícil arrancarse, la soledad plagada de fantasmas que pesan.
El reloj se hace más lento si no nace un encuentro a aquella hora. Un encuentro que nos hable de algo nuevo, porque hay pasados que son terribles de encontrar, que pesan, que agobian, que duelen, que matan…




Adjunto un regalo que me han enviado en base a estas reflexiones, de alguien que siempre encuentra el texto preciso, la joya literaria, que se ajusta a mis reflexiones. Una vez más, gracias Alejandro. El enlace viene de Ser Hombre entre los Hombres

Del aprecio del tiempo.
Carta I a Lucilio (fragmentos*)

Haz esto que te digo, mi caro Lucilio; rescátate para ti mismo; y el tiempo que hasta ahora se te quitaba o se te sustraía o se te iba de entre las manos recógele y guárdale. Persuádete de que ello es así como te lo escribo: una porción del tiempo se nos roba, otra se nos hurta, otra se nos escurre. Pero el más feo despilfarro es el producido por la negligencia. La mayor parte de la vida la pasamos haciendo el mal; una gran parte no haciendo nada, y toda la vida haciendo otra cosa de la que hacerse. ¿Quién me citarás que ponga al tiempo su justiprecio, que conozca el valor de un día, que se percate de que cada día muere un poco? Errada es nuestra visión de mirar la muerte como cosa venidera, siendo una gran parte de ella una cosa ya pasada. Toda cuanta edad dejamos atrás pasó al dominio de la muerte. Haz, pues, mi caro Lucilio, lo que escribes que haces: arrebaña las horas con ambas manos. Así resultará que dependerás menos del día de mañana si tuvieras bien asido el de hoy. Mientras se difiere, va transcurriendo la vida. Todas las cosas, Lucilio, nos son ajenas: el tiempo sólo es cosa nuestra; en posesión de esta cosa única, escurridiza y fugaz, nos puso la naturaleza y de ella nos expulsa todo aquel a quien se le antoja. Y es tanta la necesidad de los mortales, que todos se creen obligados al reconocimiento por haber recibido pequeñeces y naderías cuya pérdida es perfectamente reparable; y en cambio nadie se reconoce deudor por haber recibido el tiempo, siendo así que éste es el único bien que ni aun el agradecido puede gratificar cumplidamente.

*Extraída de: Lucio Anneo Séneca, Obras Completas.

martes, 13 de julio de 2010

El sexo... una experiencia grande, infinita, que nos es regalada...



Ayer escribí este pensamiento "Creo que es un problema de soledades, cuando no se sabe diferenciar entre la necesidad de sexo o la de un rato de compañía pagada con cama." y un compañero de letras me respondió con esta maravillosa carta de Rainer María Rilke, la número IV de una serie de diez, incluída en "Cartas a un joven poeta". 
¡Gracias Alejandro Guerra por este maravilloso regalo!





IV

Worpswede, cerca de Bremen, a 16 de julio de 1903

He abandonado París hace unos días, por cierto bastante enfermo y cansado, para acogerme a esta gran llanura norteña, que con su amplitud, su calma y su cielo, ha de devolverme la salud. Pero aquí he venido a caer bajo una lluvia persistente hasta hoy, que es cuando empieza a escampar un poco sobre esta comarca, sin sosiego azotada por los vientos. Aprovecho, estimado señor, este primer momento de claridad, para saludarle.
Mi querido señor Kappus: he dejado mucho tiempo sin respuesta una carta suya. No porque la hubiese olvidado. Al contrario: es una de esas cartas que nos agrada releer cuando volvemos a encontrarlas entre otras, y en ella le reconocí a usted como desde muy cerca. Me refiero a su carta del 2 de mayo, que seguramente recordará. Cuando la leo, como ahora, en medio del gran silencio de estas lejanías, su bella inquietud por la vida me causa una emoción aun más intensa que la que sentí ya en París, donde todo suena de otro modo y acaba por perderse, desvaneciéndose entre el enorme estruendo que allí hace retemblar todas las cosas. Aquí, rodeado de un imponente paisaje batido por los vientos que los mares le envían, siento que a esas preguntas e inquietudes, que por sí mismas y allá en sus profundidades tienen vida propia, nadie puede contestarle. Pues aún los mejores yerran con sus palabras, cuando éstas han de expresar algo en extremo sutil y casi inefable.
Creo, sin embargo, que usted no ha de quedar sin solución si sabe atenerse a unas cosas que se parezcan a éstas en que ahora se recrean mis ojos. Si se atiene a la naturaleza, a lo que hay de sencillo en ella; a lo pequeño que apenas se ve y que tan improvisadamente puede llegar a ser grande, inmenso; si siente este cariño hacia las cosas ínfimas y, con toda sencillez, como quien presta un servicio, trata de ganar la confianza de lo que parece pobre, entonces todo se tornará más fácil, más armonioso, de algún modo más avenible. Tal vez no en el ámbito de la razón, que, asombrada, se queda atrás, pero sí en lo más hondo de su conocimiento, en el constante velar de su alma, en su más íntimo saber.
Por ser usted tan joven, estimado señor, y por hallarse tan lejos aún de todo comienzo, yo querría rogarle, como mejor sepa hacerlo, que tenga paciencia frente a todo cuanto en su corazón no esté todavía resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted no sabría vivirlas aún -y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus preguntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue así a internarse poco a poco en la respuesta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya la está viviendo también. Quizás lleve usted en sí la facultad de crear y de plasmar, que es un modo de vivir privilegiadamente feliz y puro. Edúquese a sí mismo para esto, pero acoja cuanto venga luego, con suma confianza. Y siempre que ello proceda de su propia voluntad o de algún hondo menester, écheselo a cuestas sin renegar de nada.
El sexo es una dura y difícil carga, sí, pero es precisamente duro y dificil cuanto nos ha sido encomendado. Casi todo lo que es serio es también arduo, y todo es serio... Con tal que usted reconozca esto y, por sí mismo, conforme a su peculiar modo de ser y a sus aptitudes, merced a su infancia, a su experiencia y a sus propias fuerzas, llegue a conseguir y a mantener con el sexo una relación del todo propia y personal, libre de la influencia que por lo común ejercen convencionalismos y costumbres, ya no debe temer entonces ni el perderse a sí mismo, ni el hacerse indigno de su más preciado bien.
El goce propio del sexo es una emoción sensual como el simple mirar. O como la mera sensación que colma la lengua mientras saborea una hermosa fruta. Es una experiencia grande, infinita, que nos es regalada. Un conocer del mundo, la plenitud y el esplendor de todo saber... Y lo malo no está en vivir esta experiencia, sino en que casi todos abusen de ella y la malgasten. Empleándola como incentivo y esparcimiento en los momentos de mayor lasitud, en vez de vivirla con recogimiento para alcanzar sublimes culminaciones. También del comer, por cierto, han hecho los hombres otra cosa. Por un lado la miseria, por otro la opulencia excesiva, han empañado la nitidez de este menester. De modo parecido se enturbiaron también los profundos y sencillos menesteres. en virtud de los cuales la vida se renueva. Pero cada individuo, para sí mismo, puede tratar de devolverles su pureza, viviéndolos con límpida sencillez. Si esto no está al alcance de cualquier individuo -porque cada cual depende demasiado de otros-, sí está al alcance del hombre solitario. Puede éste recordar que tanto en las plantas como en los animales, toda belleza es una callada y persistente forma de amor y anhelo. Puede también ver a los animales como ve a las plantas: uniéndose, multiplicándose y creciendo, no por ningún placer ni por ningún sufrimiento físico, sino doblegándose ante necesidades más grandes que el goce y el dolor, más poderosas que toda voluntad y que toda resistencia. ¡Oh, si el hombre pudiese acoger con ánimo más humilde y llevar con mayor seriedad este misterio, del que está llena la tierra hasta en sus cosas más pequeñas! ¡Y lo soportara, sintiendo cuán terrible y agobiante es su peso, en vez de tomarlo a la ligera! ¡Y se inclinara con profunda veneración ante su propia fecundidad, que es una sola! ¡Tanto si parece espiritual como si parece material! Pues también el crear del espíritu arranca del mundo físico. Es de su misma esencia y como una reproducción más sutil, más arrobadora y más perenne del goce carnal.
"La idea de ser creador, de engendrar, de dar forma y vida" nada es sin su amplia, perpetua confirmación y realización en el universo. Nada sin el ascenso que, de mil modos repetido, emana de los animales y de las cosas. Y si su disfrute resulta indeciblemente bello y rico, es sólo porque está pleno de recuerdos heredados de los engendramientos y partos de millones de seres que nos precedieron... En un pensamiento creador reviven miles y miles de noches de amor olvidadas, que lo llenan de nobleza y celsitud. Y los que en las noches se juntan, entrelazados y voluptuosamente mecidos en su amor, llevan a cabo una empresa muy seria, y atesoran dulzuras, hondura y fuerza para el himno de algún poeta venidero, que un día se alzará para cantar inefables delicias. Así llaman al porvenir. Y aun cuando yerren, aun cuando sean ciegos sus abrazos, el porvenir llega. Surge un nuevo ser, y en el ámbito del acaso que ahí parece haberse consumado, despierta la ley en virtud de la cual un germen de vida vigoroso y resistente irrumpe con ímpetu, haciéndose paso hacia el óvulo que, abierto, sale a su encuentro. No se deje engañar por lo que aparezca en la superficie. En las profundidades es donde todo se vuelve ley. Y aquellos que vivan falsa y torpemente ese misterio -son muchísimos-, sólo para sí mismos lo pierden. Pues, con todo, lo retransmiten como un mensaje cerrado, sin llegar a conocerlo. Tampoco debe desconcertarse ante la multiplicidad de los nombres, ni ante la complejidad de las cosas. Quizás haya por encima de todo una gran maternidad como anhelo común... La hermosura de una virgen, es decir, de un ser que -como usted lo define con tan bellas palabras- "no ha dado aún nada de sí", es maternidad que se presiente a sí misma, y se prepara temerosa y anhelante: Y la belleza de la madre es maternidad empeñada en su servidumbre: Y en la mujer anciana perdura una gran remembranza.
Yo creo que también en el hombre hay maternidad. Tanto en su espíritu como en su cuerpo. Pues su modo de engendrar es así mismo una especie de parto. También es parto cuando crea al impulso de una íntima plenitud. Acaso haya entre los sexos mayor grado de parentesco y afinidad que el que se supone comúnmente. Y la gran Renovación del mundo consistirá quizás en que el hombre y la mujer, una vez libres de todo falso sentir y de todo hastío, ya no se buscarán mutuamente como seres opuestos y contrarios, sino como hermanos y allegados. Uniéndose como humanos, para sobrellevar juntos, con seriedad, sencillez y paciencia, el arduo sexo que les ha sido impuesto.
Pero todo cuanto tal vez algún día llegue a ser asequible para muchos, lo puede aprestar ya desde ahora el hombre solitario, edificándolo con sus manos que yerran menos. Por eso, estimado señor, ame su soledad y soporte el sufrimiento que le causa, profiriendo su queja con acentos armoniosos. Si, como dice, siente que están lejos de usted los seres más allegados, es señal de que ya comienza a ensancharse el ámbito en derredor suyo. Y si lo cercano se halla tan lejos, es que la amplitud de su vida ha crecido mucho y alcanza ya las estrellas. Alégrese de su propio crecimiento, en el cual, por cierto, a nadie puede llevarse consigo. Y sea bueno con cuantos se queden rezagados, permaneciendo seguro y tranquilo ante ellos, sin atormentarlos con sus dudas ni asombrarles con su firme confianza en sí mismo, o con su alegría, que ellos no sabrían comprender. Trate de conseguir algún modo de convivencia con ellos. Un algo común, que sea sencillo, modesto, sincero, que no tenga necesidad de alterarse, aunque usted siga transformándose más y más cada día. Ame la vida que en ellos se manifiesta en forma extraña a la suya propia. Y sea indulgente con aquellos que van envejeciendo, y temen la soledad en que usted tanto confía. Evite enconar con nuevos motivos el drama siempre tenso entre padres e hijos, que en los jóvenes consume muchas fuerzas, y en los ancianos corroe ese cariño que siempre obra y da su calor, aun cuando no comprenda... No les pida consejo, ni cuente con su comprensión. Pero tenga fe en un amor que le queda reservado como una herencia, y abrigue la certeza de que hay en este amor una fuerza y también una bendición, de cuyo ámbito no necesita usted salirse para llegar muy lejos. 
Está bien que, por de pronto, desemboque en una carrera que le vuelva independiente y le confiera completa autonomía en todos los sentidos. Aguarde con paciencia hasta poder averiguar si su vida íntima se siente limitada y cohibida por las formas propias de esta profesión. Yo la tengo por muy difícil y llena de exigencias, porque está gravada de muchos y grandes convencionalismos. Y porque en ella hay apenas cabida para una concepción personal de sus cometidos. Pero su soledad, aun en medio de circunstancias extrañas a su modo de ser, le servirá de sostén y de hogar. Y desde ahí podrá usted descubrir todos sus caminos.
Mis mejores votos se hallan prontos a acompañarle, y mi confianza está con usted.
Suyo

Rainer María Rilke

domingo, 20 de junio de 2010

El amor hecho arte (Respuesta a un lector)


Me dices...
Hola Magaviajera... quiero agradecerte... que bonito es descubrir personas con tan altas dosis de sensibilidad, inteligencia, humanidad.... que bonito es descubrir personas que enamoran como lo haces tu. Quiero decirte, además, que sabes muy bien expresar con palabras lo que tus sentimientos dictan al pensamiento para que este lo transcriba de la forma que lo haces. También deseo felicitarte por ser como eres y darle la enhorabuena a las personas que tienen la suerte de tenerte cerca.
El mundo necesita de personas como tu para crear una conciencia colectiva que cada día cale más hondo en los unicos valores que realmente merecen la pena cultivar... el amor, la gratitud a la vida y a la naturaleza en su conjunto, al universo....
Buscar la belleza es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo.... Contigo se encuentra belleza.
Gracias nuevamente y recibe un abrazo con todos mis afectos.



Sinceramente me siento conmovida con tu mensaje...
Cuando uno se lanza a la aventura de escribir no es, realmente, consciente de la capacidad de llegar a los demás, de llegar, además, a personas que ni siquiera conoce o ha visto nunca. Al principio lo hace como una especie de diario, en el que apunta todas aquellas cosas que no quiere olvidar y aquellas que, por algún motivo, lo han marcado. Luego, cuando llegan palabras de aliento, como estas que hoy me mandas, entonces se atreve a más. Vas tomando consciencia de que hay más gente ahí fuera que siente algo con lo que tú escribes y que, de algún modo, vibra a la par que tú.

Plasmar los sentimientos y las emociones en una obra, cualquiera ésta sea (escritura, pintura, música, escultura... etc.), es un arte y quien lo hace es un artista. Lo es, más allá de medir su calidad. Alguien que transforma lo intangible en tangible, es un artista, a su manera.

El mundo considera artistas, a veces, a quienes su único mérito es salir en la televisión, por ejemplo. Sin embargo, el mundo está plagado de artistas anónimos y, no precisamente por ello, menos geniales que aquellos que lograron trascender. No todos tienen, ni tenemos la misma misión. La de unos pocos es la de estar expuestos, a la vista, la de muchos otros es sostener lo que hay detrás, ya de por sí una ardua labor. No habría artistas de no haber personas para admirar su arte, para sentirla y hacerla suya; que es un poco lo que todos hacemos cuando alguna obra o acto nos conmueve.

Creo que el artista más grande está en la casa de cada uno, en su círculo más íntimo. El artista más grande es aquel que sabe traducir el amor que siente hacia quienes lo rodean en actos que reflejen ese sentimiento. Son ellos, a su vez, quienes lo convierten en un "artista". Sin ellos no sería...

Del mismo modo, mis palabras, las que plasmo en este espacio, las que comparto con el mundo casi sin saberlo, no tendrían sentido sin personas como tú, que las leen, las sienten, las hacen suyas...

Sólo con que haya una sola persona que esté de ese otro lado, leyendo, mi misión ya está cumplida y completa. Y si, además, como en este caso, esa persona, se atreve a dar un paso más y hacértelo saber, entonces consigues sentir una gratitud inmensa por haber sido bendecido con el don de haber llegado, al menos, a una persona.

Hoy tú te has convertido en artista para mi y me has hecho artista para ti y, por eso, te estoy inmensamente agradecida.

Sigamos adelante, que estas pequeñas pero grandes cosas son las que nos dicen que estamos en el camino correcto.


Un abrazo,


domingo, 16 de mayo de 2010

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego”


Marina me regaló este texto escrito por la uruguaya Simone Seija Paseyro. ¡Gracias por compartirlo!

Alguien me dijo que no es casual… que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.

Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.

Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.

Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “venite el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.

El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo… detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.

Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.

Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.

Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.

Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.

Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.

Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.

Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.

Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.

Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.

Para todas las brasas de mi vida, las que arden desde hace tanto, y las que recién se suman al fogón.

jueves, 1 de abril de 2010

La terrible sinceridad

¡Gracias hermano!


Me escribe un lector:
"Le ruego me conteste, muy seriamente, de qué forma debe uno vivir para ser feliz."

Estimado lector:
Si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de que modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergeñando notas, sería, quizá, el hombre más rico de la tierra, vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula par vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.
Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico, de dominio sobre sus semejantes: es la sinceridad.
Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo, aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede solo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz; creo que no, pero si lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo.
No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y sobre el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra una pared interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: Soy sincero conmigo mismo? Y si el corazón le dice que si, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de eso. No se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al pozo. La vida, providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue al fondo, un clavo donde se engancharán sus ropas, y... usted se salvará .
Me dirá usted: "Y si los otros no comprenden que soy sincero?" Qué se le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que dan sus ojos. Aunque suba a una montaña, no verá un centímetro más lejos de lo que le permita su vista. Pero, escúcheme bien: el día en que los que lo rodean se den cuenta de que usted va por un camino no trillado, pero que marcha guiado por la sinceridad, ese día lo mirarán con asombro, luego con curiosidad. Y el día en que usted, con la fuerza de su sinceridad,les demuestre cuantos poderes tiene entre sus manos, ese día serán sus esclavos espirituales, créalo.
Me dirá usted: "Y si me equivoco?". No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto después. Por qué? Porque así lo ha dispuesto la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino. Contra viento y marea. Contra todos, si es necesario ir contra todos. Y créame, llegar un momento en que usted se sentirá más fuerte, que la vida y la muerte se convertirán en dos juguetes entre sus manos. Así, como suena. Vida. Muerte. Usted va a mirar esa taba que tiene tal reverso, y de una patada la va a tirar lejos de usted. Qué se le importan los nombres, 'si usted, con su fuerza, está más allá de los nombres?
La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y si le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.
Hay una frase de Goethe, respecto a este estado, que vale un Perú. Dice:
"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él."
Es lo que anteriormente le decía. La sinceridad provoca en el que la 'practica lealmente, una serie de fuerzas violentas. Estas fuerzas sólo se muestran cuando tiene que producirse eso de: "tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás!"
Y si usted es sincero, va a percibir la voz de estas fuerzas. Ellas lo arrastrarán quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa. Usted los realiza. Que se quedará sangrando? Y es claro! Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.
Y de pronto, descubrir algo que no es la felicidad, sino un equivalente a ella. La emoción. La terrible emoción de jugarse la piel y la felicidad. No en el naipe, sino convirtiéndose usted en una especie de emocionado naipe humano, que busca la felicidad, desesperadamente, mediante las combinaciones mas extraordinarias, mas inesperadas.
¿Y que se cree usted? ¿Que es uno de esos multimillonarios norteamericanos ayer vendedores de diarios, mas tardes carboneros, luego dueños de circo, y sucesivamente periodistas, vendedores de automóviles, hasta que un golpe de fortuna lo sitúa en el lugar en que inevitablemente debía estar?
Esos hombres se convirtieron en multimillonarios porque querían ser eso. Con eso sabían que realizan la felicidad de su vida. Pero piense usted en todo lo que se jugaron para ser felices. Y mientras no se producía lo efectivo, la emoción, que derivaba de cada jugada, los hacía más fuertes. Se da cuenta?
Vea amigo: hágase una base de sinceridad, y sobre esa cuerda floja o tensa, cruce el abismo de su vida, con su verdad en la mano, y va a triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo caer. Y hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted para sonreírle tímidamente.
Créalo, amigo: un hombre sincero es tan fuerte que sólo él puede reírse y apiadarse de todo.

ROBERTO ARLT
Aguafuertes porteñas

jueves, 25 de marzo de 2010

Soy el dueño



Soy el dueño de mis elecciones y de mis acciones.
Soy el que elige el modo de utilizar mi tiempo.
Soy el dueño del nivel de conciencia que aplico a mi trabajo.
Soy el dueño del cuidado o la falta de cuidado con que trato a mi cuerpo.
Soy el dueño e mantener relaciones que decido entablar o en las que elijo permanecer.
Soy el que elige cómo tratar a los demás.
Soy el dueño del significado que doy o que dejo de dar a mi existencia.
Soy el dueño y el autor de mi felicidad.
Soy el dueño de mi vida en lo material, en lo emocional y en lo espiritual.


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