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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


jueves, 31 de mayo de 2012

Sombra y luz


Sí, tengo una sombra,
pero no la arrastro
ni le rindo pleitesía.
Sé quién es
y ella sabe de mi luz.
Ninguna existiría
sin la otra.
¿Por qué negarlas?
¿Acaso podría la tierra
pretender al sol sin las nubes?


miércoles, 30 de mayo de 2012

Pariéndome


Voy a salir ahí afuera
con mi dolor.
Voy a mirar
a los rostros del miedo,
con la cabeza en alto,
para que el sol
me acompañe a decirles...

Esta soy,
y las que fui,
y las que seré.
Y, con todas ellas
seguiré adelante;
las uniré,
me harán más fuerte
pero no más dura,
más blanda
pero no más débil.
El amor puede más.
Lo que duele no es la muerte,
que no te engañe,
es una diosa
queriendo nacer.

...Y dejaré que me toques las heridas,
porque sólo el amor las sana
y les da sentido.
Y pariré a la niña,
y pariré a la madre,
y pariré a la mujer.
Y temblando volveré al mundo
para ser una con las aves
y con la brisa
acariciándome la piel.


sábado, 26 de mayo de 2012

Un mate por las dudas


El mate y el amor - Florencio Molina Campos


Todavía no entiendo muy bien qué haces acá, pero quiero que sepas una cosa. Ninguno quiso quedarse. Todos se fueron.
Me preguntás si realmente fue así, o si fui yo la que no quiso que ninguno durara.
No lo sé. Habrá un poco de todo, imagino. A algunos los dejé estar un rato, a otros los eché bien prontito y otros eligieron irse cuando yo todavía los quería. No confié casi en ninguno, pero con vos es diferente.
Y ahora andate, que tengo algo que hablar con mis dudas. A ver si podemos llegar a un acuerdo y dejan que te quedes.
Pero desde ya te digo que no se querrán ir del todo y se sentarán conmigo en la cocina, a tomar mate, en las noches en las que no vengas. 

 

En el limbo



Yo no quería irme,
pero me fui
porque no quería
quedarme.
Entonces
me vi atrapada.
Un pie aquí,
otro allí.
La razón en un lugar,
los amores en otro.
En el limbo del exilio,
donde la geografía 
inventa nuevas formas,
para rescatarnos
y reconquistarnos,
como hombres y mujeres
sin tierra,
pero con cielo...
…con mucho cielo.

 

viernes, 18 de mayo de 2012

Necesito un hombre




Necesito un hombre
que me acomode
las urgencias y las ansiedades,
en el hueco de su brazo,
donde se encuentra la calma.

Que sea capaz
de seguir mi ritmo
cuando, como saltimbanqui,
me muevo de un tema a otro
sin alternar en respiros.

Que sepa decirme,
solamente,
que todo va a estar bien,
sin intentar que yo entienda nada,
cuando siento que mi mundo se derrumba.

Que confíe en mí
como para estar de mi parte,
aún cuando no sepa muy bien
por qué hago lo que hago.

Que me ame
como se ama a sí mismo.
Porque, ante todo,
deberá saber amarse,
aceptarse y aceptarme,
sin miedos y sin tapujos,
con vulnerabilidades
y sin ellas,
con lo que traigo
y lo que me falta.

Que me ame madre
y que me ame niña.
Que me quiera loba,
cuando nos adentramos
a jugar en nuestro bosque.

Que esté dispuesto a aprender
y a enseñarme.
Que no le importen la razón,
ni los premios,
ni los ojos ajenos,
pero que sí
sepa hablarme con los suyos
y leer los míos.

Y por último,
que se olvide de todo esto
que acabo de enumerarle
y sea él mismo,
así,
como yo lo amo.

 

jueves, 17 de mayo de 2012

Vulva


Retorno a mi cáliz femenino.
Vuelvo a la fuente,
a la madre,
a esa que soy.
Fuerza para parir
hijos e ideas.
Rezumando leche
para alimentar al mundo.
Abrazando la ternura,
de la hija, con mis brazos,
del compañero, con mis piernas.
Aullándole a la luna
cada veintiocho días.
Cocinándome.
Cantándome.
Dándome.


viernes, 4 de mayo de 2012

¿Por qué perder los nervios cuando puedes encontrarlos?



Salgo del médico con la receta en la mano, Nervocalm 10 mg. Por un instante dudo si ir a la farmacia vecina o a la que está camino al centro. Me decanto por esta última por las dudas que en la del barrio no tengan lo que busco.
-No tenemos Nervocalm, habría que pedirlo.- me dice la empleada.
-No, está bien, ya lo buscaré en otra. ¡Gracias!-
Nuevamente en la calle, el mismo dilema. La farmacia vecina o la siguiente más cercana al centro y, por tanto, más lejos de casa. Entonces me digo a mí misma que, si en esta no les quedaba, en la del barrio será más difícil aún que lo tengan, mejor voy hacia el centro que el surtido será mayor.
Siguiente farmacia.
–Nervocalm 10 mg.
-Sí, enseguida- me dice cortándome la receta.
Al cabo de unos minutos regresa con la receta en la mano y nada más.
-No nos queda. En el ordenador figura como que tenemos uno pero no lo encuentro, lo siento-
-Parece ser que todo el mundo está perdiendo los nervios- digo recogiendo la receta y me voy.
Esta vez ya ni lo dudo, me iré acercando hacia el centro cada vez más, en alguna tendrán que tenerlo. Sin embargo, ya empiezo hasta a dudar del médico que me lo recetó.
-¿Tiene Nervocalm 10 mg.? ¡Dígame que sí!- le suplico al farmacéutico de la tercera farmacia que piso en menos de media hora.
-Voy a ver- responde metiéndose en la trastienda. –No nos queda de 10 mg.- me dice cuando sale. –Tenemos de 30 mg. que es lo que más nos piden, pero de 10… hum… no. Puedo pedirlo al almacén.
-No, gracias. En algún lugar tienen que tener. Adiós.
Y la búsqueda del Nervocalm 10 mg. empieza a convertirse en una cruzada mientras, paradójicamente, voy empezando a perder los nervios, lo cual estaría bien porque ¿por qué la gente le llamará “perder los nervios” a la situación inversa?
¡Ni un paso más! Saco el teléfono del bolso y llamo a la farmacia del barrio.
-Buenos días. ¿Por casualidad tendríais Nervocalm 10 mg?- pregunto con la mano temblorosa.
Me dicen que se van a fijar. Mientras tanto, un silencio absoluto, al que me hubiera gustado ponerle la música de suspenso de Mujeres desesperadas ya que parece que empiezo a parecerme a cualquiera de ellas, pone mi vida en pausa por un instante.
-Sí.- dice de repente una voz al otro lado del teléfono y me parece la voz más angelical que hubiera escuchado jamás en toda la ciudad. –Nos queda uno.-
-¡Guárdemelo, por favor!- suplico. –En una hora estoy allí.-
Mientras espero el autobús pienso en cuántas habrán sido las veces en las que me alejé de mi “barrio” para buscar aquello que para mí era tan importante, dando por sentado que no lo encontraría cerca. ¿Cuántas veces creemos que aquello que necesitamos para estar bien está en la otra punta del mundo y, como en una fábula, hacen falta superar un millón de pruebas para alcanzarlo? Hoy aprendí que tengo que confiar en lo que tengo, que primero debo buscar vecino a mí. Que alejándome puedo conocer un montón de lugares y formas nuevas pero, lo único que me hace falta para estar en calma conmigo misma, para ser feliz, está tan cercano que me cuesta verlo y tengo que alejarme para poder comprenderlo mejor. Será mejor que gradúe las gafas para no tener que tomar tanta distancia la próxima vez.
Mientras la farmacéutica me firma la receta, la miro embelesada. Creo que ya empieza a sospechar por qué necesitaba tanto las pastillas. 

 
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