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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


martes, 28 de diciembre de 2010

Viajero


De tanto buscar por tus rincones
encontré, al fin, un hueco
por el cual te permites al asomo
sigiloso, sutil, casi ni sé cómo...

...abriste una rendija que escondías
tras un muro de melancolía
como un rayo se abre a un cielo plomo
como gato que se deja acariciar el lomo

Pero sé de tu andar desconfiado
que quiere llegar de un viaje que no empieza
que aún se guarda para sí detrás de un velo
y que, aún queriendo mirar, tiene recelo.

Viajero, empieza con un paso tu andadura
yo no apuro tu paso, sólo espero.
Puedes encontrarme a un palmo de tu lente
o elegir seguir viajando eternamente.


sábado, 25 de diciembre de 2010

Aldabón que no llama al amor


El triste amor que no llama hoy a mi puerta
no llamará mañana lo sé,
porque he quitado 
toda campana, todo timbre y aldabón
para no oírlo llegar.
Para no correr a abrirle, una vez más, 
las puertas de esta casa 
que es el templo en que me escondo
a lamerme las heridas del último que llamó 
y fue atendido
como si no fuera a irse jamás.
Pero ahora no está aquí, se ha ido.
O tal vez yo misma lo haya echado,
¿qué más da?
No hay amor contenido en esta casa,
no hay amor esperado, ni perdido
porque, seguramente, no haya habido amor hallado,
sólo espejismos frente a los que me he desnudado
cegada por un reflejo que nunca ha existido.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Sin rotro ni rastro


Por haberte borrado de mi vida
de un plumazo sutil pero certero,
por haberme ahogado de cariño
y dejar que ganara la agonía,
el dolor, la impotencia, el egoísmo.
Por descubrir que lo que espero no lo quiero,
que no soy yo cuando al amor me rindo,
que no doy tiempo para que haya un antes
porque vivo atorada en los después.
Los después que son las nadas del todo
aquello que podía ser sin haber sido.
Porque los amores, aquellos que imagino
no me dejan dolor, no hay amargura,
no hay tiempo ni lugar para la hartura.
Y, aunque es cierto que vacíos de pasión,
no me hacen volar como en tus brazos,
no alojan en sí mismos frustración.
Porque las historias de amor sin rostro,
amor, tampoco dejan rastro...

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿El precio justo?


Este verano, paseando por Roma, vi algo que me sorprendió. Caminábamos por Vía Condotti, una de las calles más famosas de la Ciudad Eterna, no sólo porque alberga lugares históricos como el Antico Caffé Greco que reunió en sus mesas a personajes célebres como Stendhal, Goethe, Byron, Keats y Listz, entre otros, sino también porque es un centro de compras de moda de grandes marcas de diseño; cuando en una de sus tiendas que hace esquina veo un mundo de gente haciendo una larga fila. Mi asombro fue aún mayor al ver que se trataba de la tienda de Louis Vuitton. No me hubiera sorprendido de haberse tratado de Zara o H&M, pero la diferencia en precios es bastante significativa y las personas que tienen acceso a sus productos, reducidas y selectas.
Evidentemente estaban lanzando algún tipo de oferta, cosa que no me quedé a corroborar. Pero lo que sí hice fue echar un vistazo a los productos expuestos en la vitrina. Lo más económico que vi fue una billetera por €600 y lo primero que pensé fue "ojalá tuviera esa cantidad para meter dentro de la billetera, no para comprarla". También había relojes por €1.400 y... basta... no quise ver más, no me hacía falta para imaginarme el resto.
Lo que yo me pregunto, al ver esas cantidades, es si la gente de dinero que se gasta eso en un reloj o en una cartera, en realidad sabe lo que está pagando. Y digo "lo que está pagando", no "lo que está comprando". Eso sí lo sabe. Está comprando un reloj, por ejemplo. Pero ¿qué está pagando? Obviamente me dirán que está pagando un nombre, en este caso Louis Vuitton. Pero ¿qué hizo de especial el señor Louis para que le paguen tanto por sus productos? ¿De qué material están hechos? ¿Quiénes los hacen? ¿Cuánto cobran por su trabajo? Etc., etc., etc.

Recuerdo una serie de videos que circularon hace un tiempo por You Tube, y que yo misma posteé en este blog, que se llamaban "La verdadera historia de las cosas". Allí explicaban, de forma muy didáctica, toda la trayectoria de un producto, desde el conseguir la materia prima para hacerlo, hasta que llegaba a las manos del consumidor. Era un largo viaje que involucraba muchos aspectos sociales, económicos y hasta ecológicos. Y por ese largo viaje uno acababa pagando, por ejemplo, por una radio, U$D 1,67 y, entonces, uno se preguntaba ¿cómo puedo pagar tan poco por algo que ha involucrado el trabajo de tanta gente? Este sería, así, el caso opuesto del que hablaba al comienzo.

Sinceramente nunca me gustaron las marcas, nunca me gustó tener que pagar por un producto más de lo que yo creo que vale. También depende de que producto se trate, cuánto me vaya a durar, para qué es, etc., etc., etc. Pero nunca me sentí cómoda teniendo que pagar por llevar un nombre enorme en el culo de mis vaqueros que ni siquiera era el mío!!!

Sé que la gente que paga cantidades desorbitantes por un producto común y corriente que lleva un nombre lo hace por pertenecer. Ya lo dice la publicidad de Visa “pertenecer tiene sus privilegios”, pero ¿por pertenecer a qué? ¿En qué me diferencio yo del resto de las personas por eso? Quiero decir, ¿es en eso en lo que quiero diferenciarme?

No entiendo de economía ¿vale? Sólo soy una consumidora de a pie que intenta, a veces, tener sentido común y yo creo que las cosas deberían tener un precio justo. Justo para todos. Para el que lo hace y para el que lo compra.
Y de lo que estoy prácticamente convencida es que la responsabilidad es de todos al momento de comprar.

Al final, salimos de Via Condotti y nos fuimos al mercadillo que estaba junto al Castel Sant´Angelo y allí me compré un bolso de Tous por € 12.
Todavía estoy preguntándome si hice lo correcto.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Si fueses Bastian Baltasar Bux, de “La Historia Interminable” de Michael Ende: ¿Cómo reconstruirías el Reino de Fantasía?

Esa película me fascinó y quise ser Bastian Bux! Bueno, creo que todos tenemos un Bastian Bux dentro, un niño que sueña con la posibilidad de reconstruir un mundo feliz.
Creo que el único modo de recontruir el Reino de Fantasía con el que todos soñamos es eliminando el miedo de los corazones humanos.

Busquemos la respuesta a...

Si fueses el “Don Quijote” de Miguel de Cervantes: ¿Qué libros te volverían loco?

Seda de Alessandro Baricco. Todos los de Angeles Mastretta y los de los poetas de la generación del ´40 de Argentina.

Busquemos la respuesta a...

Recomendación 2.0

@Followea: Recomendación 03/12/10:
"La recomendación de hoy de la comunidad @Followea es: Pasión por sus seguidores. Cuatro palabras para definir a @MagaViajera. Mimando tweet a tweeta sus colegas 2.0, @MagaViajera consigue acercarnos al humor, al respeto y a la reflexión. Y en esta última, la reflexión, centra muchos de sus regalos de 140 caracteres.
Frases cortas que nos harán pensar durante unos segundos.
No hemos encontrado mejor forma de terminar esta recomendación de @MagaViajera que citando uno de sus tweets: "Una puerta se cierra, pero se abren diez. La clave está en atreverse a cruzar alguna."
¿Te atreves a cruzar la puerta de @MagaViajera?

Si ya le conoces y estás de acuerdo con esta recomendación, por favor retwitea este post o el tweet que menciona a @MagaViajera..."

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Puente a ninguna parte


Cuando estamos dispuestos a trascender los obstáculos tendemos puentes que, cuando los cruzamos por primera vez, nos llevan a lugares en donde nunca antes habíamos estado.
Una mirada es un puente que se nos tiende para adentrarnos en esa otra orilla desconocida que es "el otro".
Y tambien hay puentes que nos señalan el camino de regreso al lugar del que vinimos.
Está claro que nadie nos obliga a atravesar esos puentes la primera vez. Somos curiosos, queremos saber qué es lo que hay fuera de nuestra orilla.
Y tan curiosos somos que, a veces, vemos puentes en donde no los hay y nos empeñamos en cruzarlos para darnos de bruces contra el peñasco.
Las guerras, de cualquier índole, destruyen puentes, de cualquier índole también. Pero, afortunadamente siempre hay alguien empeñado en reconstruirlo.
Pero un puente no se contruye de la noche a la mañana. Ninguno, diría, si debe soportar tiempo y tempestades. 
Hay puentes de hierro y de piedra, de miradas, de palabras, de solidaridad. Pero el peor puente de todos, es el puente a ninguna parte. Es el más largo de todos. Y tiene que serlo, porque su secreto estriba en que no veas su final.
Pero ¿cómo saber si uno se está adentrando en uno de esos que no llevan a ningún lado?
Bueno, yo creo que hay que haber cruzado muchos puentes durante toda la vida para poder distinguir la fortaleza de cada uno e, incluso, el destino final. Pero, sobre todo, tener muy claro qué tipo de obstáculo sortea cada uno.
Cuando te das cuenta que estás en medio de un puente que no te lleva a ninguna parte, porque finge ser puente cuando su misión es llevarte a un abismo de nada, tienes dos opciones: desandar el camino, pensando solamente en que vas a salvarte del abismo o...
Toda decisión siempre es nuestra y sólo nuestra. Cruzar o no cruzar. Andar o desandar... Cuando desandar, muchas veces es para seguir avanzando.
Pero nuestra responsabilidad es la de tender puentes fuertes y seguros para que los demás se atrevan a cruzar a nuestro lado.



Nota I: Mi abuelo materno se dedicó a recontruir los puentes que la Guerra Civil Española derrumbaba. Él se llamaba Gabriel de la Puente Guerra. ¿Curioso, no? No tenemos la menor idea de cómo nos puede marcar un nombre. Pero eso lo dejo para otro post, que éste se lo dedico a él. 

Nota II: El puente de la fotografía es un puente que no va a ninguna parte pero marca el centro del río Yalu, que separa la ciudad fronteriza norcoreana de Siniuju de Dandong, en China.
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