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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


miércoles, 28 de mayo de 2008

Herencia...

Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso o no será vuestro. Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán




"Kirokoku es una región donde se dejaba a los ancianos abandonados a su suerte, para reducir el número de bocas que había que alimentar. Las escrituras budistas hablan de tierras donde era costumbre que se tratara muy mal a los mayores. Cierto sutra narra un episodio en el cual un reino pone fin a esta cruel costumbre: un ministro, aun en violación de las leyes del lugar, decide conservar a su padre anciano en el hogar, secretamente, en lugar de abandonarlo.
Tiempo después, el reino es conmovido por una crisis: nadie sabe qué hacer. Y quien salva los dominios de la catástrofe es el anciano padre que vivía en cautiverio. Desde entonces, el regente decide modificar las leyes para que los mayores reciban el respeto que merecen".

Nichiren Daishonin dice: "Ninguna nación puede ser tan necia como la que expulsa a sus hombres sabios, capaces de salvarla del desastre".

Y pienso, ningún hijo puede ser tan necio como el que no atesora a sus padres, por el sólo hecho de haberle dado la vida. Nos pasamos la vida pendientes de los errores de nuestros padres, cargando en ellos la culpa de nuestras frustaciones ¿es que aún necesitamos que nuestros padres nos salven de nosotros mismos? Es que aún estamos demasiado pendientes de su opinión y pensamos que tienen la obligación de aprobar nuestras acciones, lo esperamos, como cuando éramos niños. Nuestros padres, antes de serlo fueron personas en busca de su propia vida y su felicidad, tal y como nosotros hacemos, cometieron errores, tal y como nosotros hacemos, pero también muchos aciertos, tal y como nostros hacemos. Pertenecen a otra generación, una que ha vivido muchos y grandes cambios en la forma de ver la vida y de vivirla y, como nosotros, recibieron una educación con la que probalemente, tampoco, estuvieron del todo de acuerdo. También ellos lucharon contra sus demonios internos , seguramente, se guardaron miedos y dolores porque no quisieron transmitirnos los sinsabores de la vida que sabían que, tarde o temprano, nosotros mismos íbamos a vivir. Nos enseñaron lo que sabían (nadie puede enseñar lo que no sabe) creyendo que era lo mejor. Pero los dolores internos no se ocultan tan fácilmente y nosotros pudimos percibir cómo se filtraban en su vida y, por ende, en la nuestra, pero como no conocíamos la historia completa, nos limitamos sólo a juzgar lo que veíamos, lo que egoístamente nos tocaba a nosotros. Además de padres son seres humanos que buscan la felicidad hasta el último día de sus vidas. Si somos capaces de reconocerlo y sentir esa compasión podremos ayudarlos a que alcancen esa felicidad y nosotros la alcanzaremos con ellos. Muchos descubrimos esto cuando tenemos nuestros propios hijos, algunos ni eso. Dicen que así como trates a tus padres, te tratarán tus hijos... Nunca es tarde.



Nichiren Daishonin (16 de febrero de 1222 - 13 de octubre de 1282), fue un monje Budista del siglo XIII en Japón. Es el fundador del Budismo Nichiren, una de las principales ramas del Budismo Japonés, que abarca al movimiento laico Soka Gakkai.
La historia de Kirokoku fue extraída de la revista "Civilización Global" de la Soka Gakkai de España de abril de 2006

6 comentarios:

Amelie dijo...

Preciosa entrada, Maga, estoy totalmente de acuerdo contigo.

Un beso.

Camy dijo...

Muy hermoso. es toda una lección de amor y de humildad. Reconocer y amar y así ser querido y amado.
Las prisas nos empujan a un futuro y en el presente olvidamos, la mayoría de las veces, a los mayores e incluso a los más pequeños. No estamos solos. somos el resultado de los otros.

como siempre me ha gustado.

Un beso

Anónimo dijo...

Tu si que sabes indagar en las miserias humanas. Una de las enfermedades de este mundo es no saber escuchar a nuestros mayores y en consecuencia la falta de comunicación con ellos. Creo que es necesario hablar con nuestros padres, escucharlos, comprenderlos para así poder entendernos a nosotros mismos. Si fuesemos más sinceros los unos con los otros, las relaciones humanas en general, y sobre todo con los padres, sérían diferentes. Nos tenemos que llenar de esa cultura y experiencia ancestral que como padres ocultamos por egoismo de no volver a revivir los demonios pasados para que no nos atormenten ni nos duela en el presente.
Gracias por meter el dedo en la yaga de mi alma. Me hace sufrir, pero estoy feliz de poder cerrar, por fin, la herida de la incomunicación con mis padres. Te quiero

Gabriela Collado dijo...

Amelie: Me alegra que estés de acuerdo, ojalá cada vez seamos más.

Camy: ¡Qué bonito! ...no estamos solos, somos el resultado de los otros... sí, somos es eslabon de una cadena y no podemos olvidarlo, somos gracias a los demás sino ¿qué seríamos?

Iratxe: Lamentablemente es una enfermedad demasiado extendida. El mundo está enfermo de soledad y egoísmo y no sabe que el antídoto lo leva dentro de sí mismo y en armonía con quienes lo rodean. No sólo he metido el dedo en tullaga, también lo he hecho en la mía, sino no podría hablar de esto, al menos no tendrá autoridad para hacerlo sin antes haberlo experimentado. Comunicación, sinceridad y respeto ¿las habrán quitado del diccionario? Me alegra haber aportado un granito de arena a tu felicidad y con ello a la mía. Un besazo! Yo también te quiero mucho...

Sonia dijo...

Me ha gustado mucho tu entrada. Tienes razón en que además de padres son seres humanos con derecho a la felicidad.

Un abrazo

Gabriela Collado dijo...

Sonia: Es así, algo que no debemos olvidar, ni de los padres ni de nadie, pero sobre todo, de ellos. Un saludo!

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