Tenía mi abuela
un tubo metálico para moldear churros.
Y mi madre
una freidora inútil.
Y yo
señal para llamar al TelePizza.
Tenía mi abuela
un cura para desahogar sus culpas.
Y mi madre
alguien a quien echárselas.
Y yo
un psicólogo para que me las explique.
un psicólogo para que me las explique.
Tenía mi abuela
almidón suficiente para las sábanas.
Y mi madre
una plancha a vapor ultraligera.
Y yo
la pasión por arrugarlas de a dos.
Tenía mi abuela
una caja con agujas de ganchillo.
Y mi madre
un enhebrador para agujas huidizas.
Y yo
un imperdible para todos tus recuerdos.
Tenía mi abuela
un misal repleto de estampitas.
Y mi madre
un crucifijo en lo alto de la cama.
Y yo
el mantra para llamar a los pecados.
Tenía mi abuela
un vaso en el que dejar la dentadura.
Y mi madre
un cepillo dental con cuatro pilas.
Y yo
tus dientes prendidos a mi boca.
Tenía mi abuela
tres fotos para retratar toda su vida en blanco y negro.
Y mi madre
una Instamatic para torturar a mis hermanos.
Y yo
los álbumes zipeados de todos mis ex novios.
Tenía mi abuela
un balcón donde escuchar serenatas.
Y mi madre
un zaguán para meterse mano (“De la cintura para arriba”).
Y yo
un hotel por horas con desayuno incluido.
Tenía mi abuela
las letras justas para un telegrama.
Y mi madre
el disco del teléfono gastado.
Y yo
low batt,
low batt, low batt.
5 comentarios:
Maga maravillosa!! Me encantó!! Un beso, Ester.
bravo!
Gracias a los dos! ¡Os quiero! Me voy que tengo low batt... ;)
Padrísimos tus escritos. Te sigo desde hace buen rato desde Twitter.
¡Saludos!
Que bueno Martu que te pasaras por aquí!!!!
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