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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


viernes, 26 de junio de 2009

Michael versus Farrah













Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la muerte nos hace pensar de la vida. Charles de Gaulle (1890-1970) Poltíco francés.

Nos encontramos frente a la muerte repentina de dos personas con algunas similitudes. Ambos íconos de la década de los ´80. Dos personas jóvenes, Farrah Fawcett 62 años y Michael Jackson 50 y a poco de cumplir los 51. Ambos famosos y estrellas aclamadas. Ambos con una vida económica más que holgada, sino rodeada de lujos y placeres que muchos miramos desde lejos.
Sin duda, el astro del pop opacará la muerte de su símil, la estrella del cine y la televisión, ya que sin lugar a dudas rompió el récord guiness en muchos aspectos y no sólo en la venta de discos. Le gustaba jugar con extremos y así fue tan amado como odiado. Y esa pasión extremista no era más que un desafío consigo mismo que mantuvo durante toda su vida. Me surgen muchas preguntas y la primera y más importante es si habrá sido feliz. Una persona desconforme con su condición racial, capaz de gastar millones en ocultar sus orígenes pero, ¿para quién? Para el mismo, porque no hay quien no recuerde su carita de niño y su rizada y abultada cabellera cuando inició su carrera a la edad de 5 años con los Jackson Five. Su extraña relación con los niños y, de ahí, las denuncias por pederastia a las que se vio sometido. Y, sin embargo, un gran artista, sino el mejor, en lo suyo, la música y el espectáculo. Imposible no compararlo con El Rey, Elvis Presley.
También se nos parece. Un ser humano, con sus miedos, sus virtudes, sus errores, sus defectos, sus aciertos y sus máscaras, en su caso una expuesta a todos los rincones del planeta y, quizá por ello, más llamativa, pero no muy diferente de la nuestra, detrás de la que escondemos lo que nos asusta, lo que no aceptamos, lo que no nos animamos a enfrentar y a resolver.
A mí su muerte me hizo pensar y me sirve para seguir aprendiendo de la vida y de mí misma.
En esta época en la que la única palabra que oímos y padecemos, no sé si por real o por ósmosis (eso que de tanto que te lo repiten te lo acabas creyendo y de tanto creértelo se te hace realidad), es “crisis”, esta muerte me recuerda que con dinero o sin él a todos nos espera el mismo final, ineludible, irremediable y fatal. Y me recuerda que, antes de que me llegue, mi misión es deshacerme de mis máscaras, esas que me alejan de mí misma, de mi esencia, de mi ser y, por ende, de los demás.
Hoy es la primera vez que me siento muy cerca de Michael y, seguramente, la última.
No quiero acabar opacando a mi personaje favorito de “Los ángeles de Charly”. Lo único que puedo decir es que morir luchando, por tu propia vida o por lo que sea, es una digna muerte.

1 comentario:

Camy dijo...

Una muerte digna...Parece mentira de que haya personas que quieran negar eso...
Hablar de la muerte, hablar de la vida, es vivir y lo dificil es lo que tú quieres hacer, deshacerte de tu máscaras,etc.
¡Ojalá lo consiguiéramos todos!

besos

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