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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Sin riego


Plantaste una semilla que no tardó en germinar. Se convirtió en una planta floreciente que, al principio, regabas diariamente con un deseo terrible de verla crecer y ella te regalaba sus primeras flores.
Cuando descubriste que sus frutas no eran tan perfectas dejaste de regarla con tanta regularidad, a pesar de que seguía regalándotelas sin condiciones y tú seguías saciándote con ellas cuantas veces querías.
Esta es la historia de una planta que quería vivir y estiraba sus raíces desesperadamente hacia el agua de tu boca. Pero tu boca estaba cada vez más seca y la planta iba perdiendo sus hojas, su color, su fuerza hasta que un día amaneció marchita.
No la mataste, simplemente dejaste de regarla, empeñado, sin embargo, en seguir recogiendo sus frutos.

2 comentarios:

poca luz dijo...

...una música bellísma para un escrito que dice tanto...y que entiendo, te aseguro, que más de lo que me gustaría entender.

Un abrazo enorme, maga, hechicera de letras.

Amelie dijo...

No la mató pero la dejó morir, que viene a ser lo mismo...

Un abrazo.

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