Vuelves, siempre vuelves.
Y vuelves a dejarme tu estela perfumada,
tu deseo, a veces, de no desearme.
Por momentos, tus visitas me recuerdan
a las del Profesor Jirafales y Doña Florinda
cuando yo, amablemente te digo “¿te apetece una taza de
café?”
Y tú, en lugar de flores, me traes poemas,
no sólo porque duran más, sino porque sabes que me llegan de
otra forma
y lo que tu quieres es llegarme,
como yo te llego.
Y entonces vuelves.
Siempre vuelves, sin avisar,
sin darme tiempo de que monte artificios para esperarte.
Porque te gusta esa frescura de lo cotidiano
que no tenemos
pero que inventamos
cada vez que vuelves.
2 comentarios:
Qué poema tan cálido al leerlo. Pero a su vez, qué frescura tienen tus letras.
Saludos
Diego me encanta que te guste y, sobre todo, que me lo cuentes porque me das ganas de dar más! ;)
Un abrazo...
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