Éste es un cuentito que me regalaron no hace mucho y que, si bien ya lo conocía, me ha venido muy bien recordarlo. Ahora, cada vez que me sucede algo, bueno o malo, me digo a mí mimsa "¿será para bien? ¿será para mal? ¿quién sabe?" y os puedo asegurar que funciona, porque de esta manera, nada es tan bueno ni tan malo como puede parecer a simple vista...
Érase una vez un viejo campesino muy sabio al que un día se le escaparon dos caballos.Todo los vecinos se cogregaron rápidamente en su casa para decirle:
- Lo sentimos mucho. Qué mala suerte!!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente los caballos volvieron a casa por sí solos junto con otros seis caballos salvajes.Todo el pueblo volvió a congregarse de nuevo en su casa:
- Nos alegramos mucho por tí. Qué buena suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente su hijo se rompió un brazo y una pierna intentando ensillar a uno de los caballos salvajes.Una vez más los vecinos se apresuraron a expresarle su opinión:
- Lo sentimos mucho. Qué mala suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente llegaron las tropas del ejército reclutando a los jóvenes. El hijo del campesino se libró de ir a la guerra porque tenía un brazo y una pierna rotas.De nuevo todo el pueblo se congregó en su casa ante la noticia:
- Nos alegramos mucho. Qué buena suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
2 comentarios:
Lo que está claro es que el viejo campesino siempre tenía un vaso de vino, LLENO, en la mesa.
¿lo tienes tú también?
pues eso, a bebérselo
un saludo
Este cuento es fantástico y me encanta. Hace tienmpo que lo conosco pero está muy bien recordarlo, su enseñanza es algo que siempre deberiamos tener presente.
un abrazo
Publicar un comentario