Huele a café.
En algún lugar 
de la memoria, 
de todas las memorias,
huele a café.
Y el olor a café 
siempre es
un buen recuerdo,
aunque sea amargo,
el recuerdo, digo.
Hay personas que 
no sabes como huelen,
aunque las quisiste,
aunque te quisieran,
aunque acabaran 
odiándote
sin sentir tu olor.
Y llega esta mañana 
y huele a café 
en toda la casa
y las evoca 
y se te llena 
de almas la cocina;
es lo que tiene 
el olor del café 
atrae hasta a los muertos.
Y tú sin llegar a meter 
las narices en su cuerpo,
dándote con ellas 
contra el suelo.
Pero llegará alguien 
y hará café 
y en ese instante
cabrán todas las memorias 
y ninguna.
Gabriela Collado
  

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