Quiero silencio,
y por quererte en él
es que lo hago mío.
Un silencio de
abrepuertas,
de hondura,
de dulces abismos.
Un silencio sin vértigo
ni estremecimientos,
tan sólo lágrimas
de un amor puro,
agrietando viejas
máscaras,
hurgando con sus dedos
lo esencial,
lo único,
todo.
