Excelentes actuaciones, bella fotografía y un buen guión. Catalogada como tragicomedia, yo aún no me decido a etiquetarla.
Una película de esas que te deja pensando. ¡Y tanto! Llevo dos días intentado ver qué es lo que no acaba de cerrarme del todo del mensaje que intentaba transmitir la historia que se divide en cuatro fases: primavera, verano, otoño e invierno, por las que transcurren una familia y sus amigos.
Entre el amor y la calidez, la alegría y la tristeza, la esperanza y la desesperación. Nacimiento y muerte. Pero, sobre todo, la soledad. Una pareja que lleva muchos años felizmente casada, aunque les preocupa que su hijo permanezca soltero. Esta preocupación les impide darse cuenta de hasta qué punto, una amiga, depende de ellos.
Pero, y aquí viene la parte que no acababa de cerrarme, creo que más que no
ser capaces de darse cuenta del estrago que puede llegar a hacer en una persona
una soledad mal entendida y, por ende, mal sobrellevada, lo que no he visto en
toda la película es el amor separado del concepto de pareja. Y eso no me gustó
en absoluto. La cara feliz del film era la de los personajes emparejados, la
cara infeliz la de los solos.
Y sí, estoy totalmente de acuerdo en que el amor
es imprescindible para ser felices. En lo que no estoy de acuerdo, para nada,
es en que la pareja es imprescindible para vivir en el amor.
La no escisión del dúo Amor-Pareja es ya una idea antigua del amor y de la vida,
a mi entender. El amor es mucho más amplio que eso y no puede resumirse
pobremente al hecho de tener o no tener pareja.
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