¿Cómo aprender a volar con esto?
Si aún hay piedras en los zapatos.
Si aún te quedas lamiendo heridas.
Si acaso pudieras entregarlas
al propio fuego de la rendición;
dejaras de luchar con el sueño.
Soñar que vuelas, no es volar.
Pues quien está dispuesto a vivir
el vértigo es capaz de gozar
con cada obsequio del paisaje.
Si tú insistes en cargar tus penas
y yo sigo atada a las mías,
¿crees posible, así, volar juntos?
¿Bailar libres? No es el deseo.
No tienes idea de qué quieres.
Ni yo tampoco. No, si es el miedo
el que pretende movernos los pies.
La vida es vértigo constante.
Sólo debemos estar dispuestos
a que nos atraviese… ¡lo que sea!
Nosotros somos la vida misma.
Pero, como acabamos siendo aquello que observamos,
hete aquí que nos volvemos piedra.
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